Confieso... Que no lo entiendo.
Construimos el poliamor sobre la premisa de que "una persona no puede dárnoslo todo", refiriéndonos a todos los tipos de cuidados: emocionales, psicológicos, económicos, intelectuales, sexuales, lúdicos, espirituales, etc.
Y mediante el poliamos, primero, deconstruimos el mito romántico de la obligatoriedad de nuestras relaciones a "hacernos felices", responsabilizándonos sobre nuestros propios procesos -ignorando bastante lo gregario de las sociedades humanas [pero bueno, esto os lo explico más tarde *].
Una vez deconstruidas (o destruidas), con una amalgama de ideas en la cabeza entre lo que Disney nos metió -ojo, demonizar estas películas es tan absurdo como lo del reaggeton, son producto y reflejo de la moral de la época- y nuestras enseñanzas ciber-feministas post-modernas nos atrevemos a probar esto de la anarquía relacional creyéndonos (¡ilusas!) que ahora tenemos herramientas.
Lo que yo veo aquí es un non-sequitur.
Veamos...
X: Una persona no puede dármelo todo,
Y: yo solita me basto y me sobro para obtenerlo todo*.
Ergo... Relacionarme con muchas personas es [inserta aquí tu razón para ser poliamor, ej.: más guay, el camino a la felicidad, políticamente interesante, etc.]
La realidad es que las personas nos relacionamos con otras personas exclusivamente para cubrir nuestras necesidades (¡Oh Dios mío! ¡¡Lo que ha dicho!!).
* Y ahora os lo explico. Vamos con una necesidad super básica y elemental. Comer. Alimentarse. Un ejemplo comúnmente dado en el poliamor sobre la autonomía es el típico:
«Si tengo hambre, puedo quedarme sentada a esperar que me hagan la comida. O puedo levantarme y cocinármela yo. Encima, si lo hago yo quedará más a mi gusto». Redondo, ¿no? Pues no.
Si tengo hambre, hay una diferencia comunicativa entre demandar, sugerir, pedir, recomendar, solicitar, acordar (os hacéis una idea) el cómo, qué, cuándo y dónde comer. Pero la verdad verdadera es que si tengo hambre, sola solita no puedo comer a menos que sea una granjera con muchísimas habilidades para el S. XXI.
Puedo no comer con nadie que conozca, pero voy a necesitar de algún humano para hacerlo. Es decir, desde el momento en que «me levanto» y decido cocinar voy a requerir de cientos de productos cuyos procesos han sido elaborados por otras personas (cocina/fuego, platos, cubiertos, alimentos, mercados) sin los cuales mi supuesta autonomía sería bastante jodida de ejecutar. Negar esto es invisibilizar la realidad de los procesos de interdependencia del ser humano.
Si no me crees, vete sin dinero y sin equipaje al monte un par de días y ya verás qué rápido te acuerdas de que necesitas a otras personas para vivir.
Ahora bien, aceptado esto (espero), yo, tú y la vecina de enfrente nos metemos en el poliamor con un razonamiento un poco más cercano a esto:
X: Una persona no puede dármelo todo,
Y: yo a mí me quiero mucho, pero solita tampoco puedo proporcionarme casi nada de mis necesidades básicas.
Ergo... Relacionarme con muchas personas es una forma útil de cubrir mis necesidades si soy clara respecto a cuales son (qué expectativas tengo de la relación), y soy responsable con respecto a las expectativas que le genero a la otra persona para cubrir sus necesidades.
Aquí os oigo a todas rechazando este esquema tan utilitarista y poco romántico. Planteadme alternativas, las quiero.
El fallo de este esquema tan práctico... Bueno, tiene muchos fallos empezando porque a las personas se nos da fatal comunicar clara y honestamente nuestras necesidades y expectativas, ver la realidad de esta situación -y no caer en el mito de arriba, vulnerarnos hasta el punto de aceptar depender de otres explícitamente para estar bien, en fin. Pero el fallo que quiero comentar hoy es que las personas no somos desmontables.
No somos rompecabezas de seres de los que elegir, en cada relación, con qué parte quedarse y con cuál no. ¡Ay, esta me sirve! Esta no...
Entonces, a la hora entablar vínculos de acuerdo a la última conclusión, ¿es esto posible? Si yo trato de relacionarme con alguien porque, por ejemplo, hace muy buen pan y yo necesito comer hidratos de carbono el intercambio es relativamente sencillo. Hoy en día tenemos dinero, una herramienta -mejor o peor- para el intercambio de necesidades. ¿Perdón, cuántos dineros vale su pan? Listo.
En cambio, si lo que tiene alguien que yo necesito son afectos, compañía, estimulación intelectual, soporte emocional... Se vuelve más complicado. ¿Cuántos abrazos vale una sonrisa? ¿Cuántos halagos vale un buen polvo? ¿Me cambias tu consejo por unos espaguettis bolognesa, que me quedan de puta madre? Hemos comercializado algunos de estos bienes, puedes pagar a une psicólogue para que te escuche, a una puta para que te folle, etc. Pero eso no ha simplificado las relaciones. Solo ha dado a los cuidados un aire de facilidad e inmediatez. Y promueve la idea antes descrita de «todo me lo puedo hacer yo solita».
O peor aun, la idea de «yo no soy responsable de cubrir tus necesidades» independientemente de las expectativas que genere.
Pero, de nuevo, las personas no vamos por pedacitos. Si solo necesito el pan de la panadera, en el sistema socio-económico actual es fácil ver que no tendrá ningún problema en intercambiarlo por dinero y seguir con su vida como si nada. Como mucho tendrá la expectativa, inversamente proporcional al tamaño de la población en que nos encontremos (y no es casualidad), de una sonrisa y alguna palabra amable también.
En cambio, si me relaciono con alguien que cubre a las mil maravillas mis necesidades sexo-afectivas pero no cubre mis necesidades intelectuales, por ejemplo, la cosa se complica. Además del guión social que nos define las expectativas predeterminadas de ciertos tipos de relaciones, están los sentimientos que nacen -queramos o no- de compartir intimidades y vulnerabilidades con una persona. ¿Qué pasa si alguien cubre muy bien mis necesidades de salir a hacer planes culturales pero no me llena a nivel intelectual? Se lo suelto, y... ¿Que se apañe porque he sido clara con las expectativas que se puede crear?
De verdad, que pregunto porque aun no lo he resuelto.
Veamos...
X: Una persona no puede dármelo todo,
Y: yo solita me basto y me sobro para obtenerlo todo*.
Ergo... Relacionarme con muchas personas es [inserta aquí tu razón para ser poliamor, ej.: más guay, el camino a la felicidad, políticamente interesante, etc.]
La realidad es que las personas nos relacionamos con otras personas exclusivamente para cubrir nuestras necesidades (¡Oh Dios mío! ¡¡Lo que ha dicho!!).
* Y ahora os lo explico. Vamos con una necesidad super básica y elemental. Comer. Alimentarse. Un ejemplo comúnmente dado en el poliamor sobre la autonomía es el típico:
«Si tengo hambre, puedo quedarme sentada a esperar que me hagan la comida. O puedo levantarme y cocinármela yo. Encima, si lo hago yo quedará más a mi gusto». Redondo, ¿no? Pues no.
Si tengo hambre, hay una diferencia comunicativa entre demandar, sugerir, pedir, recomendar, solicitar, acordar (os hacéis una idea) el cómo, qué, cuándo y dónde comer. Pero la verdad verdadera es que si tengo hambre, sola solita no puedo comer a menos que sea una granjera con muchísimas habilidades para el S. XXI.
Puedo no comer con nadie que conozca, pero voy a necesitar de algún humano para hacerlo. Es decir, desde el momento en que «me levanto» y decido cocinar voy a requerir de cientos de productos cuyos procesos han sido elaborados por otras personas (cocina/fuego, platos, cubiertos, alimentos, mercados) sin los cuales mi supuesta autonomía sería bastante jodida de ejecutar. Negar esto es invisibilizar la realidad de los procesos de interdependencia del ser humano.
Si no me crees, vete sin dinero y sin equipaje al monte un par de días y ya verás qué rápido te acuerdas de que necesitas a otras personas para vivir.
Ahora bien, aceptado esto (espero), yo, tú y la vecina de enfrente nos metemos en el poliamor con un razonamiento un poco más cercano a esto:
X: Una persona no puede dármelo todo,
Y: yo a mí me quiero mucho, pero solita tampoco puedo proporcionarme casi nada de mis necesidades básicas.
Ergo... Relacionarme con muchas personas es una forma útil de cubrir mis necesidades si soy clara respecto a cuales son (qué expectativas tengo de la relación), y soy responsable con respecto a las expectativas que le genero a la otra persona para cubrir sus necesidades.
Aquí os oigo a todas rechazando este esquema tan utilitarista y poco romántico. Planteadme alternativas, las quiero.
El fallo de este esquema tan práctico... Bueno, tiene muchos fallos empezando porque a las personas se nos da fatal comunicar clara y honestamente nuestras necesidades y expectativas, ver la realidad de esta situación -y no caer en el mito de arriba, vulnerarnos hasta el punto de aceptar depender de otres explícitamente para estar bien, en fin. Pero el fallo que quiero comentar hoy es que las personas no somos desmontables.
No somos rompecabezas de seres de los que elegir, en cada relación, con qué parte quedarse y con cuál no. ¡Ay, esta me sirve! Esta no...
Entonces, a la hora entablar vínculos de acuerdo a la última conclusión, ¿es esto posible? Si yo trato de relacionarme con alguien porque, por ejemplo, hace muy buen pan y yo necesito comer hidratos de carbono el intercambio es relativamente sencillo. Hoy en día tenemos dinero, una herramienta -mejor o peor- para el intercambio de necesidades. ¿Perdón, cuántos dineros vale su pan? Listo.
En cambio, si lo que tiene alguien que yo necesito son afectos, compañía, estimulación intelectual, soporte emocional... Se vuelve más complicado. ¿Cuántos abrazos vale una sonrisa? ¿Cuántos halagos vale un buen polvo? ¿Me cambias tu consejo por unos espaguettis bolognesa, que me quedan de puta madre? Hemos comercializado algunos de estos bienes, puedes pagar a une psicólogue para que te escuche, a una puta para que te folle, etc. Pero eso no ha simplificado las relaciones. Solo ha dado a los cuidados un aire de facilidad e inmediatez. Y promueve la idea antes descrita de «todo me lo puedo hacer yo solita».
O peor aun, la idea de «yo no soy responsable de cubrir tus necesidades» independientemente de las expectativas que genere.
Pero, de nuevo, las personas no vamos por pedacitos. Si solo necesito el pan de la panadera, en el sistema socio-económico actual es fácil ver que no tendrá ningún problema en intercambiarlo por dinero y seguir con su vida como si nada. Como mucho tendrá la expectativa, inversamente proporcional al tamaño de la población en que nos encontremos (y no es casualidad), de una sonrisa y alguna palabra amable también.
En cambio, si me relaciono con alguien que cubre a las mil maravillas mis necesidades sexo-afectivas pero no cubre mis necesidades intelectuales, por ejemplo, la cosa se complica. Además del guión social que nos define las expectativas predeterminadas de ciertos tipos de relaciones, están los sentimientos que nacen -queramos o no- de compartir intimidades y vulnerabilidades con una persona. ¿Qué pasa si alguien cubre muy bien mis necesidades de salir a hacer planes culturales pero no me llena a nivel intelectual? Se lo suelto, y... ¿Que se apañe porque he sido clara con las expectativas que se puede crear?
De verdad, que pregunto porque aun no lo he resuelto.