Primero, ponerme algo que grite dolor. Solo con música podré escribir esto.
Llevo algún tiempo enganchada a las palabras cursis del "Peores Cosas Pasan en el Mar" de The Secret Society. Lo sé, es mierda indie. Me da igual.
Está sonando una antología de Andrés Segovia, porque al final he pensado que lo que voy a escribir merecía algo menos pasajero.
A quien me quiera, quiero decir que lo siento. Que muero o mato por dentro.
A quien me quiera, dedico esto.
Somatizar, patologizar, normalizar, cosificar, instrumentalizar, utilizar, abusar.
Amar.
No entiendo por qué medios, ni si quiera estoy segura que importen, me convertí en lo que soy. No sé y me da igual si le pasa a otras personas. Sólo entiendo el dolor que me produce el aislamiento percibido. Que por causa de mi desconfianza y miedo, en lugar de tender puentes hacia los lugares aparentemente seguros; construyo muros. Fuertes.
Entre ellos, el dolor no desaparece. Pero al menos sí el miedo. Y me creo poderosa, independiente. Ya ni soy dueña de las piedras, que se catapultan solas contra quien se atreva a acercarse un poco más. Las veo volar, me siento incómoda. Encerrada en la torre. Deseando rendirme a la vez que preparo el aceite hirviendo. Pienso en tirarme sabiendo que nunca lo haré y me odio por ello.
Desconceptualizo las emociones para tener una excusa racional a mi frialdad. Pero ni yo me lo creo.
A quien me quiera, sigue intentándolo. En algún momento el muro cede. O eso espero.
Una mirada se fija en la torre, a través de la niebla del tiempo, y recuerda todo lo amable que hay en ti, lamenta no haberte querido de una mejor manera, no se arrepiente, y atesora todos los recuerdos que le dejaste
ResponderEliminarMira al cielo y quisiera creer en algún dios para, para ponerte en sus oraciones