5 de abril de 2019

Ambiciosa

Hace un par de días, alguien me dijo que «me estaba volviendo ambiciosa».


La situación: me encontraba entre dos personas queridas, deseadas. Expresaba mis afectos hacia ambas mediante el contacto físico -abrazos, besos-. Si una de ellas se distanciaba u ocupaba, yo buscaba el acercamiento a la otra. Aproveché la compañía y cercanía con ambas para cubrir mis necesidades de manera continua.


La misma persona hizo otros comentarios, bromeando sobre lo mucho que se notaba mi estado de limerencia (enamoramiento para los mortales).


Por un momento llegué a sentirme culpable de expresar tan abiertamente mi deseo. Pero he desestimado la culpa como una emoción verdadera -me parece más bien la moralización o interpretación a través de juicios de valor de otras emociones-. Así que aquí me hallo, con intención de gestionar de manera colectiva algo que me parece interesante desgranar.


Creo que es una costumbre patriarcal bien jodida mirar a una mujer que expresa libre y abiertamente sus deseos erótico-afectivos y creerse con derecho a ridiculizarlos.
Me parece, además, que ridiculizar muestras de afecto de esta forma nace seguramente de una teoría de la escasez.

Si ser ambiciosa es querer cubrir todas mis necesidades. Lo soy.
Si ser ambiciosa es querer satisfacer mis deseos. Lo soy.
Si ser ambiciosa es expresar mi afecto abiertamente. Lo soy.
No tengo miedo a que se me gasten los besos. Ni el amor.

¿Y tú?

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