2 de enero de 2017

La Habana

En resumen, me he sentido como un perrete chico.

Si hubiera apuntado el número de veces al día en que algún señor me hacía "muchh muchh" como si llamara a un can tendría una libretilla llena de palitos.
Y más de una grosería.
Lo peor los hombres viejos. Esos se cruzaban en mi camino para meterse en toda mi cara a decir "chica guapa", invadiendo mi espacio personal sin ningún reparo. A alguno, además de ignorar vilmente, daban ganas de responderle "y tú hombre feo". Pero tampoco es así como se solucionan siglos de mala educación en el uso y abuso de la mujer como objeto para el disfrute del hombre a su antojo.

Claro, que la turistilla despistada tampoco ayuda a la re-educación. A más de una vi casi ser atropellada por sonreír embobada a los piropos que recibía con el cuello a punto de los 180º.

Cambiar la idea de las mujeres de ser simple carnaza a personas merecedoras de respeto y dignidad en el imaginario colectivo es un trabajo que nos corresponde a TODES.

Escasez, en muchos otros sentidos... Para quien le interese saber de aquello. De alimentos, de materia prima, de medicamentos... De libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario