11 de abril de 2019

Mujer... ¿Cis?

De forma muy superficial voy a intentar expresar algunas ideas que llevo tiempo rumiando.

[Porque también, basta ya de hablar aquí de poliamor, leñe].

En general, definimos a las personas trans como aquellas que se identifican con un género diferente al asignado al nacer. No voy a entrar en detalle porque no soy quién para describir una experiencia que no vivo. Si tenéis curiosidad, ancha es la Internet.

En cambio, cisgénero se define como la experiencia de reconocerse en la lectura del propio género que te han realizado al nacer. Ahora, sobre esto tengo algo que decir.

Más desde mi vivencia que como opinión.

Cuando escuché por primera vez la palabra cisgénero pensé: «ah, claro, pues eso soy yo». Una forma más de identificarme y explicarme. Desde mi entonces marco conceptual binario del sexo (biológico) versus el género (cultural), me resultó perfectamente comprensible auto-etiquetarme como no-trans. Generar una dicotomía desde la cual distanciarme de esa otredad.

Charla a charla y taller a taller, a medida que repetía la palabra para dar ejemplos sobre casos diferentes, empecé a preguntarme... ¿A qué me refiero cuando digo que soy cisgénero?

Partiendo de la definición... Quizá lo que quiero expresar es que mi identidad de género coincide con mi fenotipo sexual, o sea, que mis características externas físicas -mi apariencia genital vaya, porque de peques no contamos con mucho más- concuerda con los roles de género -las creencias socioculturales de cómo esos genitales deben comportarse.


Y ahí ya me empieza a chirriar el concepto.


Yo sé que me vivo como mujer. Pero... ¿Por qué lo sé? 
No es la identificación con los roles tradicionalmente asignados a este género/sexo lo que me dan esa pista. Si así fuera, estaría profundamente confundida. No encajo, por muchos factores, en los patrones de la feminidad hegemónica.

No me depilo, no uso tacones. No me gusta ir de compras. No me da vergüenza hablar sobre mi deseo erótico. No me dan asco los bichos, ni temo las serpientes o los roedores. Se entiende la idea. 
La versión de la feminidad que me han vendido es algo que cuestiono. Reflexionando también lo que significa para mi la etiqueta de mujer. Y, decidiendo serlo a mi manera, acepto que me lean como mujer desde fuera. Por lo que sea, porque llevo el pelo largo y pendientes. Porque no tengo (casi) bigote. Porque tengo tetas. Porque me gustan algunos penes.

Y, desde luego, tampoco creo que mi genitalidad me defina como mujer. Con esto puede que dos o tres personas discrepen (muchas más a nivel global, seguro, pero digo entre quienes me leen).
Valdría pararme a explicar por qué mi vagina, útero, óvulos, ovarios y clítoris no son lo que me hace una mujer. Puede que ahí esté el intringulis. Es difícil plantearme esta cuestión teniendo, de hecho, estos genitales y no otros. Para mí la respuesta fácil y rápida es que se puede ser mujer sin tener todo esto. Pero creo que esta respuesta no convencerá a los dos o tres que mencionaba anteriormente.
La respuesta larga y compleja es que hay muchas otras cosas que me hacen mujer más que mi genitalidad, o que realmente no utilizo esos genitales en la forma socialmente establecida para cumplir mi rol asignado -parir-, o que los utilizo de formas tradicionalmente prohibidas y negadas -disfrutando de mi placer sexual. Sin embargo soy mujer.

Entonces, si no creo que sea mi apariencia genital lo que define ser mujer y tampoco mi feminidad -pues ya está visto que no poseo tanta-... ¿Qué es ser mujer?
Nada más y nada menos que enunciarme como tal.

Y el sufijo "cis", creo que podemos irlo desterrando.

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