13 de diciembre de 2016

Cursi

¿Cuál es el lugar de un hombre cisgénero dentro del feminismo?

Este artículo de El Espectador, titulado a modo de reclamo "¿Pueden los hombres ser feministas?", hace un gran trabajo resumiendo la mayoría de lo que pienso respecto al asunto.

A mi cabeza le cuesta hacerse a la idea de verme rodeada de hombres a los que esto -que el feminismo es un espacio creado por y para las mujeres, que su privilegio en esto es igual de automático por ser hombres que por ser blancos en asuntos de etnia- les parece amenazador.
Esto me ocurre porque yo, como muchas mujeres, no crecí feminista. Yo fui criada, educada y estaba rodeada por los mismos constructos heteropatriarcales que perpetúan la opresión: que niña tan guapa, no te ensucies, da dos besos, cuidado con lo que comes que luego te sale tripita, qué de pelos tienes en las piernas, mmm pero qué cosita tan mona ¡está para comérsela!
Yo he tenido la fortuna de aprender el feminismo, para gran provecho de mi auto-estima y empoderamiento. Y curiosamente, han sido hombres primero quienes me despojaron de falsas creencias sobre mis obligaciones "como mujer". Aunque más tarde sí he conocido grandes mujeres feministas, estamos tan programadas que en ocasiones somos nuestras peores enemigas.

Fue AJ, un chico bastante más joven que yo que conocí en la universidad con una mente brillante, quien me corrigió al decir: Eso no es nada femenino, respondiendo que "femenino" es un adjetivo perteneciente a "female" (mujer), y por tanto todo lo que decida hacer una mujer es femenino por definición. Luego me echó una charla sobre la lucha de la mujer con la cual, en ese momento, no estaba nada de acuerdo y me pareció radical en extremo. Qué de vueltas da la vida.
O la persona con la que más tiempo he convido quien, sin dudar un segundo, al decirle: Tengo muchos pelos (refiriéndome a mi "deber" de depilarme) me respondía con cariño: Yo más. O me insistía en parar de sacarme con pinzas los pelos de la cara porque: Ahí no hay nada.

Por eso, mi cabeza no lo entiende. Tener que oír una frase como: ¡Qué bueno poder hablar de cosas inteligentes con una mujer! Me resulta de todo punto intolerable.

Llegando al quid de la cuestión... El feminismo NO DEBERÍA VENDERSE como una serie de ventajas para los hombres. Que sí, la lucha contra la hegemonía del patriarcado capitalista que nos tiene a todos subyugados viene con sus recompensas. Pero no se trata de que vayas a poder expresar tus sentimientos más, sino de eliminar la connotación negativa que tiene la sensibilidad emocional por ser asociada a la mujer [histérica, llorona, inestable]. No se trata de que te liberes del peso de mantener económicamente el hogar -para cargas familiares investiga sobre la pobreza y riesgo de exclusión de las madres solteras-, sino de realizar un reparto igualitario en las tareas tanto dentro como fuera de casa. Ni de que puedas trabajar de lo que quieras sin prejuicio -enfermero, profesor de guardería-, sino de romper el techo de cristal y que se deje de asumir que la economía de cuidados es exclusivamente nuestro deber.

Por tanto, en el caso hipotético de un hombre liberado y en contacto con su emoción, estamos ambos en el mismo derecho de expresar lo que sentimos. Él sus sentimientos (sobre lo que sea), yo mi ausencia de ellos. El feminismo dicta que se deje de asociar el sentimentalismo con la feminidad y lo negativo, no que la feminidad -o masculinidad- deba estar siempre receptiva a lo sentimental.
Porque eso ya depende de estados de ánimo y mente, no de asuntos de género.

Si además me hablas de sentimientos relacionados con ideas del amor romántico muy posiblemente te llame cursi o ñoñe. No porque no respete tus sentimientos. Sino porque los percibo como una imposición sobre mí y mi libertad. Porque son incompatibles con lo que yo deseo y busco en una relación interpersonal. Lo cual, entendiendo todas las implicaciones de la mayoría de sentimientos y creencias que acompañan al amor romántico, es lo lógico.

Creo en el amor entre las personas, pero no en el mito. Un amor sobre los pilares del cuidado, el respeto, la honestidad, el aprendizaje mutuo, auto-conocerse y el interés por conocer al otre, aceptar la fluidez de los sentimientos y la individualidad e independencia del otre.
No soy tuya ni eres mía. No nos necesitamos para vivir. Que ame a otres (a mi madre, a mis perros o al árbol de la plaza no significa que te ame menos; el amor no es un recurso limitado). Que me quieras solo para ti no significa que me quieras más o mejor, es posesivo y me asusta. Seguramente no nos sentiremos así siempre. Ya era una mujer entera antes de conocerte.

Así que, por favor, NO SEAS CURSI.

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