8 de diciembre de 2016

Kinder Sorpresa

Soy una "joven adulta", esa edad en el limbo entre asumir por completo mis responsabilidades como miembro operativo de la sociedad y rezagos de inmadurez. Por ello, aun tengo un gran mono morado de peluche con el cual duermo muchísimo más a gusto y me encantan las chuches. Aunque sé escribir un CV mejor que muchos cincuentones, soy experta en búsqueda eficiente de empleo y en sobrevivir con un presupuesto irrisorio.

Al lío...
Entre mis chuches y guarrerías favoritas se cuenta el Kinder Sorpresa. Para los que no hayáis tenido infancia, es esto:
Un delicioso huevito de chocolate con leche, que dentro trae un juguete con el que entretenerse de 5 a 20 segundos armando -a veces viene ya entero y pierde mucha gracia-. Este juguete tiene una vida útil muy limitada, puesto que es una baratija MADE IN. Pero descubrir lo que viene dentro es gran parte de la experiencia.

El caso es que hace un par de años a la compañía Ferrero se le ocurrió la brillante idea de segregar un producto perfecto en dos: "para niño" y "para niña".
Mi cara cuando el tendero me preguntó por primera vez cuál quería debió ser un cuadro. De hecho, estaba con mi madre y expresé en voz alta mi confusión. Desde ese momento, entro en crisis cuando se me antoja un "huevo Kinder": ¿Debería seguir comprando este producto? ¿Cuál elijo? ¿¡Es que nadie va a pensar en les niñes!?


Lo que más me preocupa de este asunto es, sin duda, el momento en el que ha ocurrido. Todas sabemos que hay desodorantes y cuchillas de afeitar segregadas por género que, siendo el mismo producto encima cuestan más. Pero eso ya existía en el S. XX. Me inquieta el hecho de que una compañía considere oportuno generar más -en lugar de reducir, o dejar por igual- la división de género bien entrado el nuevo milenio. Que conscientemente se tome una medida para abrir la brecha de la desigualdad en los tiempos corren me parece escalofriante.
Ahora que lo escribo... La verdad que no vivimos unos tiempos nada integradores en ningún otro sentido (nacionalidad, etnia, religión) así que no sé por qué me sorprende tanto.

UNA PENITA TÓ.

En todo caso, si os indigna tanto como a mí, podéis escribir aquí a Ferrero. O hacer lo mismo con cualquier otra compañía de productos segregados por género que consideréis. Ningún esfuerzo es pequeño.

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